martes, 21 de octubre de 2008

Ponencia - La Comunicacion de la Evaluacion Educativa

PONENCIA
LA COMUNICACIÓN DE LA EVALUCION EDUCATIVA
AUTOR: PROF. MÓNICA FERNÁNDEZ

La evaluación es un proceso complejo, continuo, flexible, integral, que debe convertirse en un instrumento de comunicación e investigación para el evaluador (docente, organismo ministerial, autoridades educativas).
El tema de evaluación educacional representa una de las áreas de mayor complejidad en el campo de la acción docente desde la llamada implementación Transformación Educativa[1] en nuestro país, sin embargo el tratamiento de los resultados obtenidos siempre se redujo a brindar información de datos aislados, fragmentados y segmentados.
Si bien la evaluación educacional nace al influjo del modelo industrial y es un reflejo de las preocupaciones del mismo por la eficiencia; las demandas del mundo postmoderno afectan actualmente en forma notoria el accionar docente en especial respecto de la metodología para comunicar los resultados de la intervención didáctica.
Por ello, abordar la evaluación educacional como un instrumento de comunicación de cara al tercer milenio nos obliga a generar espacios de reflexión, acerca de lo que hasta hoy se ha entendido por evaluación, con el objeto de buscar alternativas que articulen las conceptualizaciones, los intereses y prácticas de los evaluadores (docentes u otros) con las necesidades de los evaluados (alumnos u otros) durante el proceso de comunicación pedagógica. La temática presenta múltiples enfoques y a la vez carga al Evaluador (docente u otros) de complejas responsabilidades.
Actualmente, es necesario que los alumnos aprenden a aprender, a ser y a saber, por consiguiente, considero que la evaluación del aprendizaje se conceptualizaría como el enjuiciamiento del mérito de sus desempeños, debe dejar de ser ocasional para transformarse en una actividad sistemática, continúa, que ayude al mejoramiento de la calidad de los aprendizajes, favorezca el rendimiento de los alumnos y perfeccione un modelo comunicacional basado en el diálogo, la comprensión y la mejora.
Es decir más allá de los discursos de la transformación educativa plasmado en sus los documentos oficiales creo que no alcanza con la evaluación estadística aplicada exclusivamente al alumno. La evaluación educativa debería replantarse y convertirse en un instrumento de comunicación y mejora de la Institución escolar cuya finalidad sea optimizar su propio funcionamiento, volviéndose sistemática en lo atinente a la evaluación de los aprendizajes. La opción podría ser la de plantearnos una propuesta orientadora y crítica mediante el empleo de diversificados instrumentos de evaluación y la comunicación dialógica de los resultados obtenidos.
En este trabajo se plasman algunas reflexiones sobre la evaluación entendida como proceso de comunicación y avanza en la búsqueda de caminos alternativos respecto de lo que habitualmente se realiza en las prácticas pedagógicas de evaluación
En síntesis, me propongo compartir con colegas y estudiantes un conjunto de ideas acerca de la evaluación entendida como instrumento de comunicación, esto supone, orientar al alumno en el saber cambiando el saber de dominio por el saber de cooperación, solidaridad y ayuda mutua, mediante el diálogo y la comprensión de los resultados obtenidos a partir de las evaluaciones. En este marco planteo que la evaluación de los aprendizajes desde el enfoque comunicativo y formativo permite al discente (alumnos) ampliar el conocimiento de si mismo sirviéndole para mejorar sus propias capacidades.

¿Que significa comunicar la evaluación?

Desde el punto de vista semántico el concepto evaluación posee múltiples acepciones; entre las más comunes y más conocidas encontramos que:

EVALUAR significa
VALORAR MEDIR CALIFICAR

EXAMINAR VERIFICAR JUZGAR

COMPROBAR CIFRAR DECIR
POSICIONAR
CATEGORIZAR CONOCER CONTROLAR

COMPARAR AYUDAR
COMUNICAR



Tener la posibilidad de entender que el concepto de evaluación tiene múltiples significados es comprender que se trata de un término que puede significar algo y su contrario según la perspectiva y las intenciones que se tengan al evaluar y por ende al comunicarse.
Es decir la multiplicidad de conceptos y de acciones que se realizan en el nombre de la evaluación, ponen en duda la coherencia con que se utilizan la información de sus resultados.
Por ello, el empleo de la información que produce la evaluación y su posterior comunicación, está sujeta en primer lugar a la intencionalidad de la evaluación que se realice y a las acciones derivadas de ellas y al uso de los resultados obtenidos.

Acerca de la intencionalidad de la Evaluación
Es bueno plantearse en términos de interrogantes las siguientes cuestiones:
Porque se evalúa?
Para qué se evalúa?
El primer interrogante nos remite a la intención de quien evalúa.
Ejemplo: Evalúo porque deseo conocer las respuestas de mis alumnos a situaciones problemáticas.
El segundo interrogante nos remite a los efectos de la evaluación sobre la acción.
Ejemplo: Que hago con los resultados obtenidos?
Desde esta perspectiva se concibe a la evaluación como la posibilidad de obtener información sobre el logro del aprendizaje de los alumnos, con el objeto de identificar y comunicar los problemas, sus causas, generando distintas estrategias que aporten soluciones especificas para cada una de las dificultades.
Así entendida la evaluación se transforma en el proceso de estimación de la calidad de la enseñanza, asentado en evidencias y realizados para poder comprender y mejorar la practica educativa.
Esto supone poner distancias con la evaluación entendida como medición y redefinir a la evaluación como un proceso formativo y comunicativo partiendo que para el mejoramiento de la calidad de la educación se debe reconocer las características de aquellos a quienes se evalúa y respetar la diversidad de las Instituciones en general y de los alumnos en particular. Es aquí donde aparece un segundo aspecto a tener en cuenta al momento de definir que significa comunicar la evaluación educativa: la contextualización de la información.
Por ello, considero que la comunicación de la evaluación debe ser abordada en el contexto social en que se realice; para lo cual se hace necesario experimentar cambios en ciertas prácticas evaluativas con apertura crítica, alternativas innovadoras y con una postura activa desde los diferentes niveles de decisión respecto de los procesos de comunicación de los resultados, sin olvidar las condiciones reales en las que se llevan a cabo ya que estos datos nos permitirán explicar los factores asociados a los logros alcanzados.
Un tercer aspecto a tener presente, es que la comunicación de la evaluación debe ser reveladora de lo que los alumnos realmente saben, de sus dificultades y de sus posibilidades para superarlas, esto nos lleva a reflexionar acerca del carácter eminentemente pedagógico que poseen las evaluaciones que se realizan en los ámbitos educativos y superar viejas representaciones acerca de que la evaluación tiene un carácter exclusivo de control de producto o castigo. Se deberá entonces transformar prácticas de evaluación centradas en modelos de medición de resultados por prácticas de evaluaciones que resignifiquen los procesos de enseñanza y aprendizaje y se completen con la explicación de los resultados en la búsqueda constante de estrategias para comunicarlos.
Los aspectos hasta aquí mencionados, nos enfrenta a la necesidad de analizar el espacio de conflicto entre los marcos teóricos de la comunicación de la evaluación y las prácticas pedagógicas que se suceden en el aula.
Considero que la evaluación constituye una actividad de comunicación que debe producir conocimientos y debe transmitirlos ya que la evaluación exige un proceso continuo de carácter flexible y elástico observado desde una óptica integral. También creo que cualquier proceso de comunicación de la evaluación pone en relieve los diferentes aspectos relacionados con la institución, con su proyecto educativo, con las políticas de gestión, con los docentes, con los alumnos cada uno con sus características.
Por otro lado si entendemos que evaluar significa recoger información y emitir juicio de valor para la toma de decisiones, cuando la evaluación se vincula con los aprendizajes de los alumnos, los juicios que se emiten se relacionan intrínsicamente con otros niveles dentro del campo educativos pero también fuera de él, puesto que a partir de la acreditación final el proceso de evaluación se vincula con otros actores y con otros campos. De allí deviene la relevancia de su comunicación


En este sentido la evaluación de los alumnos involucra no solo a docente y alumnos sino también a directivos, organismos de gestión, padres y comunidad. Por lo tanto concluyo que la comunicación de la evaluación cumple entonces una función social en la medida en que no se limita solo al trabajo del aula sino que lo trasciende a contextos más generales.
Por la función social que le asignamos a la evaluación esta se convierte en un proceso complejo de construcción, reflexión, comunicación e interpretación de los resultados obtenidos para la toma de decisiones en la búsqueda constante de caminos que permitan superarlos, optimizarlos y /o resignificarlos a fin de responder a las expectativas de los diferentes actores mencionados.
Los docentes califican a los alumnos según las concepciones de evaluación que tengan, según sus expectativas en relación o no a lo enseñado, los alumnos responden a las evaluaciones según el interés por lo aprendido, según las estrategias desarrolladas y las competencias cognitivas adquiridas; los padres se interesan por los resultados obtenidos y ponen en relieve sus expectativas en relación a lo que esperan de sus hijos y a lo que esperan de la Institución a través de los docentes; etc.
La comunicación de la evaluación, se convierte entonces en una herramienta necesaria para comprender la complejidad de las prácticas pedagógicas permitiendo orientar el análisis de los procesos que se suceden en el aula en relación a los resultados obtenidos.
Entonces, respecto de la evaluación como instrumento de comunicación sobre los procesos de enseñanza y aprendizaje en el ámbito escolar y en lo que concierne a los resultados de dicho proceso sostengo que estos deben incidir en cualquier propuesta pedagógica didáctica con el objeto de retroalimentarla.
Ahora bien, aunque son importante las cuestiones planteadas hasta aquí (naturaleza e intencionalidad) quiero prestar atención a los problemas que plantea el uso de la información y su utilización a los fines comunicativos.
¿Cómo se realiza la comunicación de los resultados de la evaluación?
¿Cómo se utilizan la información suministrada?
¿Quien garantiza que los resultados de la evaluación no sean comunicados en forma arbitraria, sesgada o tramposa?

El interés por conocer y controlar cómo se utiliza la información suministrada por la evaluación está presente en todos (los evaluadores y los evaluados) de una u otra forma y con mayor o menor intensidad.
En efecto, si siempre resulta difícil sustraerse a la valoración del impacto de la propia actividad evaluativa, aún lo es más cuando el objetivo último de ésta consiste precisamente en comunicar el resultado y orientar la acción en alguna parcela de la realidad, a partir de su análisis detenido y riguroso.
Por eso, aun cuando algunos modelos teóricos insistan más que otros en la vertiente utilitaria de la comunicación como parte de la actividad evaluadora, ninguno llega a ignorarla por completo.
Una manifestación evidente de ese interés generalizado se encuentra en el énfasis que los evaluadores ponen en la utilización de los resultados de su trabajo siendo éste uno de los principales aspectos que distingue la evaluación de la investigación.
Aunque el debate acerca de las diferencias que existen entre las dos actividades fue intenso en las primeras etapas del desarrollo histórico de la evaluación, hoy en día está ampliamente aceptada la distinción entre ambas.
En opinión de algunos autores como Popham (1993), las diferencias se sitúan en tres ámbitos: la generalización de sus resultados, los valores que orientan la actividad y el propósito fundamental de la misma. Así, mientras que la investigación pretende obtener resultados con un alto grado de generalización, la evaluación se preocupa más por la adecuación de los mismos a la situación y características específicas de su objeto de estudio.
Por otra parte, la investigación sitúa como valor central el logro de la verdad científica, mientras que la evaluación se preocupa por la estimación del mérito de una realidad concreta. De acuerdo con este análisis, que con ligeras modificaciones es compartido por otros muchos autores, los evaluadores no pueden olvidar que su trabajo está encaminado a emitir juicios de valor acerca de una realidad determinada, basándose para ello en una información recogida y comunicada de manera sistemática.
Dichos juicios constituyen generalmente el soporte de una actuación posterior de los evaluadores, aunque la conexión entre ambas no sea lineal ni necesariamente inmediata. Esta vertiente valorativa, que la mayor parte de los autores aceptan como elemento esencial de un proceso evaluador y que muchos de ellos ligan con la toma de decisiones, sitúa en un lugar central la reflexión sobre la utilización de la información que produce la de la evaluación.


Acerca de la utilización de la información que produce la de la evaluación.
Ahora bien, aceptar que toda evaluación tiene una dimensión práctica y aplicada no implica que se deba concebir la utilidad de su comunicación de manera unívoca.
De hecho, existen diversas posiciones a la hora de explicar cómo pueden y deben utilizarse los resultados de la evaluación, en concordancia con las diferentes funciones que a ésta se le asignan.
Así, la primera respuesta inmediata a la pregunta acerca de la utilidad de comunicar una evaluación suele ser que sirve ante todo para proporcionar información y elementos de juicio a quienes deben tomar decisiones.
Siendo la toma de decisiones una tarea compleja, no debe extrañar que los resultados obtenidos de la evaluación sea uno de los elementos que contribuyen a ella, pero en modo alguno el único.
Frente a quienes creen, que los resultados de la evaluación constituyen el único soporte de la decisión, considero quizás desde una perspectiva más desapasionada, el carácter limitado de su contribución. El hecho de reconocer su importancia no implica mantener su carácter exclusivo.
Comparto siguiendo esta línea argumental, con Shadish, Cook y Leviton (1995:448-449) cuando afirman que "la evaluación es un acto político en un contexto en el cual el poder, la ideología y los intereses son primordiales e influyen al momento de la comunicación, sobre las decisiones, más que la información procedente de la evaluación" y que “incluso cuando los resultados de la evaluación y las decisiones de los evaluadores coinciden, los primeros sirven muchas veces para justificar decisiones tomadas a partir de otros criterios.
Los ejemplos de un uso instrumental, inmediato y frecuente de la evaluación son todavía bastante raros. Por su parte, Popham (1993:5-6) afirma que “la mayor parte de las decisiones educativas de cierta importancia se toman en un entorno claramente político e interpersonal en el que la evidencia desempeña un papel secundario”, además de que “las evaluaciones educativas raramente comunican evidencias indiscutibles”.
Aunque algunos puedan considerar que este tipo de afirmaciones encierra cierto derrotismo, e incluso cinismo, más bien hay que reconocer que responden a una actitud realista. Por ejemplo cuando un director de una escuela, un supervisor, un ministro de educación , un docente han de tomar una decisión complicada, es muy probable que recurran a cuantas orientaciones y criterios les aporten los estudios de evaluación de que dispongan, pero es bastante dudoso que se basen únicamente en ellos para realizar dicha tarea. Incluso puede afirmarse que no actuarían correctamente si no tuviesen en cuenta otros elementos de información.
Debido a este tipo de objeciones, la concepción puramente instrumental de la comunicación de la evaluación ha ido debilitándose con el transcurso del tiempo, abriéndose paso otra que podríamos denominar comprensiva y de mejora. De acuerdo con la misma, la comunicación de la evaluación no tendría como función única la de ofrecer elementos para la toma de decisiones, es decir carácter únicamente instrumental, sino que también cumpliría un papel importante contribuyendo el diálogo y a mejorar el conocimiento de los procesos educativos y arrojando comprensión sobre los mismos.
Su función sería, pues, la de comprender la concepción que un determinado grupo tiene de una cierta parcela de la realidad (educativa, en este caso), aportando información relevante y elementos de reflexión acerca de la misma.
De acuerdo con esta concepción que hemos denominado de comprensión y mejora, la comunicación de evaluación puede realizar varias aportaciones destacadas.
En primer lugar, la comunicación permite sensibilizar a una comunidad (alumnos, padres, autoridades educativas) sobre determinados problemas o de las características que los mismos presentan en un momento dado (respecto de logros y dificultades en el aprendizaje). En segundo lugar, contribuye a movilizar la conciencia social en torno a ciertos asuntos de interés general (niveles y competencias adquiridas o no por los alumnos). En tercer lugar, pone de manifiesto la ineficacia de ciertas prácticas o enfoques, por más extendidas y arraigadas que se encuentren. (Modelos y teorías de enseñanza y aprendizajes). En cuarto lugar, la comunicar la evaluación permite arrojar luz acerca del impacto real de determinadas actuaciones o políticas, más allá de la propaganda difundida sobre las mismas (políticas de compensación, planes sociales, NAP ect)
El énfasis en la concepción comprensiva de la comunicación de la evaluación, frente a la meramente instrumental, lleva también asociada la superación de la idea de un uso a corto plazo y únicamente por parte de los evaluadores. En vez de pensar en un impacto inmediato y directo, la aceptación de la función comprensiva obliga a considerar los efectos diferidos e indirectos de la comunicación de la evaluación, en plazos de tiempo más largos que los habituales.
Así mismo, obliga a analizar el tipo de uso que de ella hacen las diversas audiencias interesadas en la misma. La comunicación de evaluación cumple una importante función de información pública acerca de los asuntos de interés y de objetivación de los fenómenos sometidos a debate social respecto a la educación.
Comunicar la evaluación desde una óptica de diálogo, comprensión y mejora permite fomentar el funcionamiento realmente democrático de nuestras aulas, aportando elementos y criterios a partir de los cuales sea posible una discusión abierta e informada acerca de los asuntos sometidos a evaluación.
Por otra parte, contribuye a modificar los marcos cognitivos de los alumnos respectos de sus logros y dificultades y a facilitar la comprensión individual y colectiva de los procesos de enseñanza y aprendizaje analizados.

Niveles de comunicación y de análisis, usos y audiencias de la evaluación
En relación a los niveles de comunicación de los resultados que se producen de las evaluaciones desde la perspectiva de comprensiva que venimos sugiriendo cada uno ha de procurar poner a la evaluación al servicio de los valores y ayudar a que los otros también los haga. Sin embargo, considero que desde las prácticas evaluativas se vienen cometiendo abusos
Los abusos de la evaluación son de diferente naturaleza pero todos de gran importancia, unos están enraizados en la intención de las decisiones puestas en marcha, otros en la interpretación de sus resultados y algunos en la utilización de los mismos por parte del evaluador.
Esta utilización tramposa de la comunicación de la evaluación no se produce solamente al finalizar la misma sino que puede presentarse en cualquier momento, en el proceso de decisión, de la negociación y del desarrollo de la misma.
Finalizando, la comunicación de la Evaluación Educativa también es una práctica institucional que está condicionada por diferentes aspectos sociales, políticos, institucionales y personales que además inciden en todos los demás elementos implicados en la escolarización.
Por ello, entender a la evaluación como un proceso de dialogo comprensión y mejora supone revisar y reflexionar acerca de la práctica pedagógica que se lleva a cabo en el aula. Desde ésta propuesta se remarcará la necesidad de reflexionar acerca del empleo de la información y la posterior comunicación de la evaluación educativa, ya que está sujeta a la intencionalidad de la evaluación que se realice, a las acciones derivadas de ella y al uso de los resultados obtenidos.



LA COMUNICACIÓN DE LA EVALUACIÓN EDUCATIVA BASADA EN EL DIÁLOGO, LA COMPRENSIÓN Y LA MEJORA

Cuando el propósito de la evaluación es la comprensión, el proceso de comunicación es más que la información producida: la comunicación se convierte en una parte importante del proceso de aprendizaje y debe contribuir significativamente al mismo. Las comunicaciones de los resultados obtenidos de la evaluación que promueven la comprensión tienen entonces que ser algo más que una nota de examen al final. Estas comunicaciones deben servir para informarles a los estudiantes y a los docentes las comprensiones que se han alcanzado y cómo proceder en la enseñanza y el aprendizaje posteriores.
La comunicación de la evaluación educativa basada en el diálogo y la comprensión deberían convertirse en prácticas presentes y dinámicas de los procesos de enseñanza y aprendizaje escolar. Por ejemplo si pensamos en las clases de Educación Física en nuestras escuelas, uno de los ejes a trabajar es el juego en equipo y la práctica de deportes como el Boley o el sexto bool. Durante estas clases el docente entrena durante una sesión de práctica al equipo. Tal vez comience por pedirles a los alumnos que se concentren en unas habilidades particulares o en algunas jugadas específicas. Cuando los alumnos se entrenan, el docente estudia sus movimientos comparándolos con los estándares de habilidades para lograr un buen juego. Generalmente les presta particular atención a las estrategias y habilidades en las cuales les ordenó centrarse al comienzo de la práctica. Analiza los problemas cuando el desempeño de los alumnos es deficiente y a medida que juegan, les indica cómo pueden mejorarlo. En ocasiones detiene la sesión de práctica, reúne al equipo para proporcionarle una retroalimentación más prolongada y les asigna nuevas tareas a partir de la valoración del desempeño.
Los partidos terminan no sólo con la obtención de un puntaje que informa sobre la calidad del desempeño del equipo, sino también con interrogatorios y charlas, posibilitándoles al docente y a los alumnos la discusión acerca de lo que hicieron bien y qué conviene seguir trabajando con miras al próximo partido con otros equipos.
Integrar el desempeño y la retroalimentación al comunicar es justamente lo que necesitan los estudiantes cuando trabajan en el desarrollo de la comprensión de un tópico o concepto específico. En el marco conceptual de la comunicación evaluativa para la comprensión y la mejora, esto se denomina Valoración Continua (al igual que evaluación diagnóstica continua) y es el proceso de comunicare y brindar respuestas claras a los Desempeños de Comprensión de los estudiantes, de modo tal que permita mejorar sus próximos desempeños.

CARACTERÍSTICAS DE LA COMUNICACIÓN EVALUATIVA EN EL AULA
Considero que la comunicación evaluativa basada en el dialogo, la comprensión y la mejora, implica un proceso de comunicación continua que consta de dos componentes principales: establecer criterios de valoración comunicables y proporcionar retroalimentación a partir de un proceso comunicativo integral.
En este marco, creo que los criterios para comunicar la evaluación deberían ser:
· Claros (enunciados y comunicados explícitamente al comienzo de cada evaluación—aunque pueden elaborarse en el curso de la enseñanza del mismo, sobre todo si es la primera vez que el docente y los estudiantes lo abordan)
· Pertinentes ( la comunicación debe estar estrechamente vinculada a las Metas de Comprensión evaluadas de la unidad)
· Públicos (el proceso de comunicación deberá garantizar que todos en la clase los conocen y los comprenden)

En comunión con lo antes expuesto, la retroalimentación en la evaluación comunicativa debería:
· Proporcionarse con frecuencia, desde el inicio hasta la conclusión de la unidad junto con los procesos de enseñanza. A veces la retroalimentación comunicativa puede ser formal y planeada (tal como la retroalimentación sobre las presentaciones) y otras veces pueden ser más informal (como responder a los comentarios de un estudiante en las discusiones de clase).
· Proporcionar a los estudiantes información sobre el resultado de los desempeños previos y también sobre la posibilidad de mejorar los futuros desempeños.
· Informar sobre la planeación de las clases y actividades siguientes.
· Venir de diferentes perspectivas: de las reflexiones de los estudiantes sobre su propio trabajo, de las reflexiones de los compañeros sobre el trabajo de los otros y de los docentes mismos.

Algunos consejos para mejorar el proceso de comunicación de la evaluación:
· Proponer a los estudiantes trabajar en pequeños grupos, que el docente dirija la discusión en clase, aquí la comunicación y la retroalimentación evaluativa puede proporcionarse verbal e informalmente.
· Reducir los criterios de valoración a unos pocos ítems que a usted realmente le importen evaluar. Ello no sólo le facilita el proceso de calificación y retroalimentación sino que le permite asegurarse a través de la comunicación continua que los estudiantes inviertan bien su tiempo y sus energías.
· Tomarse el tiempo para enseñarle a los estudiantes cómo hablar entre sí acerca de la evaluación. Si todos comprenden los criterios aplicables a un desempeño y ya tienen cierta práctica en aportar críticas constructivas, entonces pueden entrenarse y retroalimentarse mutuamente, aunque finalmente sea usted quien los califique.

Para concluir, considero que la comunicación de la evaluación entendida desde el dialogo la comprensión y la mejora, es el proceso por el cual los estudiantes obtienen retroalimentación sobre lo que están haciendo, basada en criterios claramente articulados aplicables a los desempeños logrados exitosamente. En esencia, implica un proceso de reflexión sobre los desempeños para medir el progreso obtenido en el logro de los resultados de aprendizaje que permita proponer estrategias de mejora. A partir de él podemos dar cuenta de las transformaciones que se producen en nosotros, en los otros y en la realidad. Nos hace reconocer nuestros errores y pone en duda nuestras certidumbres


Prof. Mónica Alicia Fernández








BIBLIOGRAFIA
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[1] LEY FEDERAL DE EDUCACIÓN 24195- transformación educativa como proyecto nacional

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